Subscribe:

Labels

Social Icons

twitterfacebookgoogle pluslinkedin

SSSSSSSS

jueves, 8 de enero de 2015

Disco


Leo su mensaje. Me dice que nos veamos cuando salga de trabajar. No le contesto, me hago la dura. Tardo 5 minutos y creo que eso es todo un castigo.
Llamo al timbre y abre, apenas ha tardado unos segundos, parece que estaba detrás de la puerta. En el ascensor retoco mi pelo, me he maquillado antes de salir y percibo que demasiado, también me he puesto perfume, quiero que nuestras citas siempre queden marcadas con un olor. Yo siempre recuerdo el suyo.
Me espera en la cocina, es enorme, nunca había estado en ésta casa, siempre nos hemos esperado en el coche pero parece que nos estamos acercando, está escuchando música, en pijama con pantalones cortos que no niegan paso a la imaginación. Me lee sus mensajes con ella. La ilusión alumbra sus ojos dándole un color exclusivo. Le cuento que saldré con mis amigos mañana. Se quiere apuntar, por supuesto no me importa. Le doy un beso y poco mas tarde me marcho a casa. Conduciendo hago unas llamadas, había mentido, no había tal fiesta preparada hasta el momento pero poco tardé en organizar todo como si de algo normal se tratara. Todo preparado me voy tranquila a la ducha, me dispongo a quitarme ese bello que hoy sombrea mí piel. Quien sabe, mañana podría ser una gran noche.

Día largo en el trabajo, la cosa parece haberse complicado y saldré más tarde. Le aviso y no le importa. -Así tendrá más tiempo para arreglarse- pienso yo. Cuando le recojo en casa no me sorprende, negros vaqueros largos semiajustados, camiseta roja a rallas que aguda ese tono de piel canela, zapatillas de colorines con cordones naranjas, son bastante peculiares, en general todo es distintivo. Mis amigos están más que contentos, la fiesta empezó hace un rato para todos ellos, pero  no tardamos en cogerles el ritmo. Era un sitio nuevo, bastante oscuro incluso para ser una discoteca, las luces son escasas al contrario de los que nos encontramos en ella. Demasiada gente, eso me parece bueno para poder perdernos. Para ir a los aseos es necesario cruzar un largo pasillo que bien se han encargado unos particulares chicos en custodiar. La noche transcurre bien, unos bailes unas cervezas y algún que otro chupito para celebrar a escondidas esa noche prometedora que pronto termina siendo un poco dramática.

De pronto miro a la puerta de la discoteca y veo entrar una chica que despierta en mí una gran sospecha, recuerdo haberla visto antes, no sé muy bien dónde, pero me resulta familiar, su extravagancia no era relevante, pelirroja de ojos claros, tan claros que desde tal distancia lograban incluso transparentar todos sus pensamientos y vulnerabilidades. La minifalda y los zapatos que lleva también hicieron que casi toda la discoteca desviara su mirada a ella, sobre todo esos guardianes de pasillos que bien se encargaron de hacerle saber que podía elegir a cualquiera de ellos esa noche para acompañarla donde tuviera que ir.
Sigo bailando y  anhelo su presencia, no quiero parecer lunática por lo que no insinúo ni por un momento que estoy preocupada por su ausencia.  Las luces se encienden, parece que la noche terminará pronto y sigue sin aparecer. Me aseguro de que no se haya quedado en el baño antes de salir cuando ya no queda nadie pero, ni rastro. Cojo mi chaqueta y mi bolso, miro mi teléfono. Tengo un mensaje. ¿Habrá  pasado algo? ¿Habré hecho algo que le haya molestado? Resuelvo mis dudas cuando leo que se ha ido con ella. Ha elegido con quien terminar la noche y por supuesto estaba claro que no era conmigo que me dirigía sola a mi casa. Apenas recuerdo parte de la noche, si recuerdo el último tequila o tal vez el primero...
Habiendo perdido la noción del tiempo y la realidad, llego a casa y me meto en la cama no sin antes contestarle al mensaje. Esta vez sí he tardado un poco más en contestar, alrededor de unos 20 minutos, - Esto si es un escarmiento- aunque no se bien para quien, yo me encontraba sola en mi cama y seguramente no era en la misma situación que la suya.

Como a diario llamada a la hora de comer. Me cuenta que apareció ella que hacía mucho tiempo que querían hablar, habían terminado de forma extraña hace tiempo pero nunca tuvieron oportunidad de exponer razones lógicas y el despecho le llevo a pasar la noche allí, a dormir junto a ella y a llamarme a mí para contarme como si de una almohada me tratase, esas cosas que hoy no le dejarán comer. No muestro dolor alguno, por el contrario comento los detalles. Fue especial pero se ha pasado el resto del día llorando. No pensaba que hoy volvería a sentirse igual o quizás peor. Tengo que apoyarle y de nuevo organizar una nueva salida para esta noche. Esta vez solo le acompañare yo, algo más tranquilo para que pueda, si cabe, dar más detalles de todo lo que paso en aquella habitación que desconozco pero logro imaginármela bastante bien por las descripciones constantes. Sé que desde su cama pueden ver las estrellas aunque de pegatina, las compraron y acordaron ponerlas en el techo para poder velas cada noche, además comparten cama con la luna, una gatita negra que encontró en la calle, también tiene un escritorio donde utiliza sus discos para hacer esa música que tanto les gusta y que durante tanto tiempo escucharon cuando empezaban a salir, cuando se refugiaban en su habitación sin que nadie sospechase nada y hacían de cada día uno diferente, el portátil siempre está en el suelo y siempre acierta poniendo música que casualmente a ella termina encantándole. Esos lugares que plasmaron con fotografías siguen decorando cada pared de su dormitorio, después de un año aquello parece más un santuario de recuerdos.  Pocas cosas tienen en común pero ella sabe sacarle partido a todas esas escaseces.

Me preparo con limitado tiempo pero suficiente esmero. Me recojo el pelo después de varios intentos y peinados con la melena suelta, la verdad este nuevo corte no me favorece nada, prefiero anudarlo y dejar el cuello descubierto. Recibo su llamada, me está esperando abajo, en su coche moderno, pequeño, bastante pequeño como para que alguna noche no tengas ganas de llegar a casa, pero esa idea no estaba presente hoy, hoy que iba a hacer de amiga experta en dar consejos de cómo olvidarte de alguien que estas completamente enamorado pero sabes es inalcanzable, imposible o simplemente no funciona después de tantos y tantos intentos. Sientes que eres mejor persona sin esa parte de ti que te anula o te hace sentir mal y aun así no estas dispuesta a renunciar a ello. Por supuesto la que necesitara un experto después de esto seré yo. Tremendamente perpleja por mis dotes de actuación no muestro ni rastro del dolor que todo esto me causa, escucho con atención para poder seguir odiando a la pelirroja sublime que me arrebata cada noche mi ser más preciado, es fácil, sigue amándola y por mucho que intente despreciarla a tiempo que la excusa para continuamente tener disculpa cuando entre tanta gente la busca, yo la odio. Yo misma concluiría con esto con una conversación con la bella panocha.

La noche fue larga, como siempre terminamos en unos de esos antros que conoce y a mí me resultan cuanto menos extraños pero realmente agradables, la gente es muy alternativa y siento que paso desapercibida, eso me hace sentir muy a gusto aunque a veces temo que nos encontremos de cara con la indeseable (por mi parte claro) y tenga que marcharme sola a casa como de costumbre cuando ella emerge de la nada como si de arte de magia se tratase, como si alguien le avisase y diera la salida y tuviera que aparecer para dar un golpe de aire frío al momento y lugar en el que nos encontramos caldeando. Cada parte de su cuerpo que ojeo la veo más pronunciada, cada músculo que mueve al gesticular o al dirigirme una complicidad, siento si cabe, con más profundidad. No paramos de hablar, apenas consigo escuchar la música de fondo que nos envuelve como una sábana transparente en la que solo alcanzo a ver nuestras miradas compinches. Ya en mi casa, con unas copitas de más, me advierte que no está en sus íntegras condiciones de aceptar una invitación pero si me decido a pedírselo aceptara por no rechazarme. Sin escrúpulos alguno me da igual sus condiciones, yo soy capaz de controlar las mías y aprovecho la situación y me aprovecho. Prometimos dormir, y así fue. Mi trabajo me permitía llegar hoy un poco más tarde. Al despertar, le encontré mirándome fijamente sin saber cuánto tiempo llevaba en esa postura. No recordaba que estuviéramos sin ropa, al parecer no era tan consciente de mi estado de embriaguez que creí controlar sin problema la noche anterior. Empezó a tocarme y ha acariciarme sin separar de mí esa mirada penetrante que bastaba para hacerme estremecer. Me atreví a tocarle desafortunadamente, al parecer iba demasiado rápido y me freno. – Sólo quiero notar tu cuerpo-, dijo. – Pues déjame a mí disfrutar del tuyo- opuse yo.  – Eres muy suave, y no puedo dejar de tocarte, llevo así un par de horas y ni siquiera te has dado cuenta- dijo sonriendo burladamente.  Me sonrojé, lo note por la temperatura de mis mejillas, por un momento creí se partían a cachos. No rozo ni un milímetro de mi intimidad, ni siquiera alcanzo a rozarme el pecho. Al contrario, yo me lance rápidamente por segunda vez. Ladeo su cabeza echándola hacia atrás al tiempo que abría la boca para poder exhalar el poco aire que tuviera. Lo lanzo como una lanza hasta la otra parte de mi habitación emitiendo con él un chillido que alcanzo a penetrarme en lo más íntimo de mi cuerpo. Note una pequeña contracción que me aviso de mi lubricación intensa. Ella sabiendo de mi excitación debido al gemido que se me escapo sin control a toda velocidad hasta alcanzar el suyo que todavía resonaba al fondo, aprovechó para irrumpir dentro de mí. 

Apenas recuerdo que más paso después. Llegue tarde al trabajo pero mi eficacia de aquella tarde calló todas las bocas posibles dispuestas ha acecharme con sus críticas. 



0 comentarios :

Publicar un comentario