Desde la entrada, un camino hecho con
velas que conduce hasta la puerta del baño, dentro más velas. Una nota que le
indica los pasos a seguir. Tiene que quitarse la ropa sonreír y decir en voz
alta –¡¡te quiero!!-. Yo escondida esperando la llamada con esa palabra que
para ella es tabú debido a la importancia que tiene y sus miedos a pronunciarla
en cualquier ocasión. No la oigo, al contrario escucho – ¿dónde estás? ¿No vas
a venir?-. Intuyo que no la dirá, me conformo una vez más y salgo de mi
escondite, desnuda y desilusionada aunque sé que en cuanto la vea olvidaré mi
decepción. Nos metemos en la bañera llena de agua y espuma, como a ella le
gusta y brindamos con las copas de champagne que estaban preparadas. Está
contenta no deja de sonreír y mirarme, su mirada dice todo eso que ella no es
capaz de pronunciar, pero yo, necesito más.
Nos tocamos, jugamos y termina todo
lleno de agua. Corremos hacia la habitación, estoy dispuesta a hacerle lo que
nunca antes le he hecho. Imagino posturas nuevas, pero no las llevo a cabo, le
toco diferente, pero descubro que no es de su agrado. Encima de la cama están
todos nuestros “juguetes” ella esquiva cruzar su mirada con ellos por si a mí
se me ocurre utilizarlos, no importa, improviso otra vez algo diferente. Dejo
de tocarle aun cuando tan suave y mojada está para seguir lubricándola de otra
manera. Ahora quiero que me toque ella, pongo mis rodillas cada una a un lado
de su cara, y me dispongo a bajar, se dirige a mí con voz serena, de repente
parece que ya no está excitada, y me dice –¿Por qué paras?, me desanimo de
nuevo pero intento no darle importancia pues estoy aquí para satisfacerla hoy
un día más, quiero que ella disfrute. Doy media vuelta y agacho mi cabeza y mi
cuerpo, nos encontramos unidas por nuestro sexo y acariciándonos de igual
manera. Noto su olor y eso me gusta todavía más. Cambio de postura para que se
concentre solamente en el placer que intento darle. Consigo que termine, entre
gritos y sollozos, me abraza y suspira. A continuación ella baja por todo mi
cuerpo sin separar un dedo de mis curvas y hace eso que tan bien sabe hacerme.
A diferencia de ella, al terminar, la abrazo y le digo una y otra vez lo mucho
que le amo.





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