Aprieto fuerte el cigarrillo contra
mis labios… miro al cielo y no alcanzo a ver ninguna estrella, se han apagado
de repente, me parece raro, extraño, hace solo unos minutos estaban todas en el
techo de mi habitación, en las paredes, en la almohada, entre sus piernas,
entre las mías……
Viene hacia mí, segura, directa.
Sonríe y me guiña un ojo apenas a un metro de mí, eso me impacienta, me pone nerviosa,
tirito y ella me abraza, cree que tengo frio, -que bonita no sabe de mi inquietud-.
Me besa con fuerza y noto su calor
correr por todo mi cuerpo. No deja de tocarme, acariciarme, siento como su
pecho roza con el mío, es perfecto, un poco más grande que el mío y a mí me
parece precioso, claro y limpio, apenas tienen color, sus pezones son rosados,
redondos, completamente redondos y excitados, -es el pecho más bonito que he
visto nunca- pienso, y sobre todo, es el
único que ha despertado en mi deseo, impaciencia, pasión y lujuria…
Me aprieta la cintura haciendo un
nudo con sus piernas. Se sienta en mí para recogerse el pelo. Alza sus brazos
dejando su cuerpo entero a mi alcance, es la postura más sexy que hasta ahora
me ha regalado. De esta forma se ha entregado a mí, me ha dejado ver eso que
antes ocultaba. No puedo resistirme y le toco con timidez, solo me atrevo a
pasar mis dedos por su cintura y abdomen, su bello se eriza mostrándome así el
placer que eso le causa.
Ella también está asustada, pendiente
de que todo salga bien, preocupada por mí, quiere complacerme y lo consigue.
Me besa violentamente y eso consigue
excitarme aún más. Lame todo mi cuerpo bajando hasta los muslos y se dirige
certeramente donde la esperan de nuevo.
La primera vez ha sido extraña, apenas
hace unas horas nos encontrábamos en la misma situación, sin embargo ahora
parecemos personas distintas, dispuestas a dárnoslo todo sin tener en cuenta
nada de lo anterior.
La noto, siento esos movimientos como
si de algo mágico se tratara. No sé cómo lo consigue pero logra que sienta
cosquilleos en las piernas, me deshago y corro entre la oscuridad sin moverme
apenas para no perderla. La oigo disfrutar desde la distancia, percibo su
mirada desde la otra parte de la cama, cierro los ojos y dejo que termine de
saldar su deuda. Nunca supe que era el amor hasta ahora, nunca sentí el amor
como ahora. No quiero dejarla, por eso no le suelto la cabeza, no quiero que
pare, es lo mejor que he sentido nunca.
De repente grito, no lo puedo evitar,
sospecho que demasiado alto pero es algo que de momento no puedo controlar, al
igual que no puedo controlar mi cuerpo. A menudo yo sabía y elegía cuando se
terminaba el “juego” quizás por aburrimiento o distracciones, quizás
egoístamente no me permitía una derrota y yo podía jugar conmigo misma, hoy no,
no soy la misma, no siento lo mismo.
Sabe que he terminado, y viene
rápidamente a besarme, abrazarme y calmar mi nuevo temblor, ésta vez de
derrota. Me acaba de ganar la batalla y no pretendo esconderlo. Lo sabe y no me
importa, por primera vez no me importa haber perdido, haber perdido contra
ella.




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